Hay un debate histórico sobre esta fecha donde celebramos la independencia de nuestro país.
Los historiadores hablan de esta fecha como un acontecimiento que representa todo lo contrario.
Más allá de esa polémica histórica, está fecha tiene un significado muy importante para reivindicar la independencia de Uruguay como país, que lejos está de serlo ya que los países latinoamericanos no son independientes sino peones del primer mundo.
La agenda de derechos, los dictámenes del FMI, del BID y del Banco mundial son acatados no sólo por nuestros líderes políticos sino también por gran parte de la población, principalmente por esta nueva generación a la cual le inculcaron, a fuerza de lavado de cerebro, que el Nacionalismo es mala palabra y que el Globalismo es el sinónimo de igualdad, tolerancia y amor.
El amor verdadero es el que le tenemos a nuestro suelo, a nuestras tradiciones y costumbres, al campo y la riqueza de nuestra tierra, a la diversidad religiosa, cultural y racial que dieron forma a nuestra idiosincrasia y a la pluralidad de visiones, las cuales deberían convivir respetuosamente para darle fuerza a la democracia.
El día de la independencia debería reivindicarse en todos los ámbitos, estratos sociales y rincones de nuestro país. Enseñarle a las nuevas generaciones el verdadero significado de independencia, mostrarle sin sesgos la historia y dejar que su propia visión lo transforme en un ciudadano con criterio propio, nos llevará a empezar a forjar en nuestro país una nueva generación realmente independiente.
Me gustaría celebrar este día pero, amparándome en mis derechos, digo que hoy no es un día para celebrar sino de tristeza, al ver como mi país está enfrentado políticamente, ver como asesinos revolucionarios y militares destruyeron en un tramo de nuestra historia la democracia y los seguidores de ambos lados siguen lucrando con el dolor para acomodarse en el poder, viendo como Uruguay reafirma su condición de peón del Globalismo y poco a poco vende su independencia al mejor postor y prostituye el verdadero sentido de libertad.
Esteban Queimada