Muchos de nosotros estamos hartos de escuchar hablar del COVID-19 como si se tratase del problema más grande que tenemos para afrontar como civilización en estos tiempos.
La autora española Cristina Martín Jiménez en “La verdad de la pandemia; quién ha sido y por qué”, hace un análisis crítico de la situación actual en el que nos ilumina sobre los grupos de poder involucrados en esta gran mentira. Se trata de un libro para ponerse a pensar, cuestionarse y en lo posible, despertar. Porque a los que tenemos más desarrollado el estado de criticidad no nos interesa el virus en sí – no ponemos en duda su veracidad – sino la guerra mundial que se está desatando en el plano internacional y los intereses macabros de una élite globalista como los magnos garantes de esta pandemia.
La trama geopolítica.
Tras los acuerdos de Bretton Woods de 1944, en el cual se estableció el nuevo orden económico mundial, creándose así el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, así como la posterior creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como el organismo más grande a nivel internacional, y los organismos subyacentes como la Organización Mundial de la Salud (OMS), fue el comienzo del plan para lograr un gobierno regulador único, y, por ende, el control de toda la población mundial.
Está claro que la coyuntura internacional del siglo XXI no es la misma que la de posguerra, pero hay un camino trazado que la propia historia nos revela. Tras la Guerra Fría, se ha ido transformando el escenario internacional, la creación de la Unión Europea como muro de contención occidental a las ambiciones geoestratégicas soviéticas, y el papel de las dos superpotencias; Estados Unidos y Rusia. Esa batalla mentirosa del Capitalismo-Socialismo que trata de ser de manto encubridor de un actor contemporáneo mucho más opresivo y letal; el globalismo.
En el mundo de hoy tenemos un nuevo protagonista; China. Y si partimos de la base de que el virus nace en la ciudad de Wuhan, no es coincidencia que sea una de las provincias más importantes de Asia en cuanto a economía, ciencia y tecnología, y que posea el banco de virus más grande de Asia financiado por organismos oficiales. Tampoco es coincidencia la alianza que existe entre el Partido Comunista Chino y la OMS, que deja ver la corrupción que sigue existiendo mediante la propaganda mediática e ideológica, exponiendo al mundo la supuesta excelente respuesta del gigante asiático frente a la pandemia.
En este juego de tronos edición 2020 cada personaje cumple su función cardinal, y todos tienen ambición.
La élite mundial que mueve los hilos no son solo organismos supranacionales como lo es la ONU o el Banco Mundial, o incluso la CIA, sino los dueños y accionistas de las más grandes corporaciones. Personalidades como Bill Gates, la familia Rockefeller, políticos y los científicos más influyentes y poderosos del mundo. Todos ellos conforman el famoso Club Bilderberg, y son los que nos gobiernan a la sombra. Y la influencia de Soros y su idea de acción antinacionalista, que no es parte del club, pero también ostenta la lucha por el control en el nuevo orden mundial.
Como ya sabemos, todos los gobiernos del mundo debieron aplicar medidas de seguridad de un día para el otro. El virus no solo atacó la salud, sino que siguió por la economía, la política y el modo de organización social. Pero no todos lo hicieron de la misma manera; está la postura de la Unión Europea como bloque cómplice de la élite dominante, el negacionismo de Brasil con Bolsonaro como figura “irresponsable”, el caso de Tanzania y su rebelión contra la OMS, el caso de Taiwán, un ejemplo exitoso en el manejo de la pandemia – que no se muestra porque no es miembro de la OMS, ya que China sigue presionando a la comunidad internacional para que se lo considere parte de su territorio y se lo bloquee sin otorgarle tratamiento de estado independiente, y la postura de Estados Unidos que lucha por incluirlo como miembro de la ONU, ya que es un estado soberano desde 1990. Se trata de un juego geoestratégico a lo grande. Es el warcraft, el arte de la guerra en su magnificencia.
En este escenario USA vs. China, una guerra comercial latente, cabe destacar que la aparición de la figura de Donald Trump, quien no comparte la ideología del Club Bilderberg y al que los medios de comunicación han convertido en un demonio mediático, ha hecho mover la tierra. Como dirigente antiglobalista, el aún presidente norteamericano se ha declarado en contra del establishment globócrata de la OMS. Y su enfrentamiento a Xi Jinping, presidente chino y secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China, ha polarizado el sistema internacional en dos ideologías totalmente opuestas.
Trump se opuso a la OMS y la acusó de ser cómplice de China en la liberación del virus COVID-19. Esta postura marcó una tendencia en el plano socio estratégico, pues no sorprende que Joe Biden haya sido ganador recientemente de las elecciones norteamericanas, impulsado en redes sociales por todos aquellos que compraron los temas de la nueva agenda mundial globalista; el gobierno único propuesto por la ONU y el nuevo orden mundial a través de “los Objetivos Globales de Desarrollo Sostenible para el 2030, y la felicidad, el bienestar y la libertad de toda la vida en la Tierra para el 2050”.
Es la Tercera Guerra Mundial desarrollada en la trastienda mientras los Estados – nación siguen realizando estadísticas de contagios y perdiendo terreno en la supremacía internacional.
En el desarrollo de la nueva doctrina geopolítica vemos que las redes elitistas se afianzan a través de la cooperación internacional. Es decir, estas ya no dividen a las naciones, sino que su arma estratégica se basa en la intromisión. La pérdida de poder de los gobiernos nacionales hace germinar en la escena internacional a nuevas estructuras de poder como lo son los bloques regionales. Así se lleva a cabo el multilateralismo, la estructura política formal del globalismo. En dicho contexto surgen los nuevos desafíos, al estilo Plan Marshall, por reestablecer la economía provocada por esta supuesta crisis pandémica.
No es sorprendente que dirigentes de izquierda antinacionalistas como el expresidente José Mujica, defendiera el proyecto Bilderberg expresando la necesidad de un gobierno mundial. Sobre la gobernanza de la humanidad y la responsabilidad de las grandes potencias Mujica reveló lo siguiente: “Esta es una responsabilidad de Estados Unidos, de China, de Rusia, de Alemania…El resto somos espectadores y víctimas”.
El legado de Goebbels.
Frente a la táctica de la pandemia y a través de la manipulación, la mentira y el miedo que generan los medios de comunicación y la propaganda, estamos siendo esclavos de la globalización y del globalismo que ataca a la cultura y a la educación. Las guerras ya no son físicas, sino psicológicas; mentales y emocionales. Y el que domina la mente y las emociones de los individuos domina su comportamiento. “Controla los medios de comunicación y controlarás las emociones de las personas. Manipula sus emociones y te seguirán hasta el infierno”.
Cabe mencionar que los grandes medios de comunicación multinacionales están siendo financiados por los grandes magnates y miembros del propio grupo Bildelberg.
El objetivo de esta élite globalista es uno sólo; el control mundial. Pero para ello deben resolver una dificultad; la superpoblación. De ahí el surgimiento de todas las medidas como la de planificación familiar de la OMS, que se basa, drásticamente, en el control de natalidad.
En la investigación que hace la autora sobre el Informe Kissinger, nos revela el surgimiento del feminismo radical en varias partes del mundo y la obligación de las naciones de adoptarlo como punto en su agenda actual. El calentamiento global provocado por el hombre, la promoción de los métodos anticonceptivos y el aborto, etc. Es el quebrantamiento de la cultura y los valores tradicionales como base para el dominio del individuo. A través de la narco-contracultura se controla la rebeldía de los jóvenes, y el ejemplo más cercano que tenemos los uruguayos es el laboratorio social que ha iniciado la izquierda con la legalización de la marihuana.
Lo que la autora llama laboratorios de manipulación social, corresponde a la Escuela de Chicago y Escuela de Fráncfort, creadas para analizar el comportamiento humano a nivel individual y colectivo y, por consiguiente, desarrollar estrategias de control total en la sociedad de masas. Y son las élites las que controlan el conocimiento, la información que puede ser difundida y la que no, a través de esa estrategia propagandística y la opinión pública con mensajes ideológicos, generando estados mentales en la población, tal como lo supo hacer el nazismo (Joseph Goebbels) y también el comunismo del Gran Hermano. Es lo que llamamos la batalla cultural.
Partiendo del paradigma de Lasswell y la función del entretenimiento, posteriormente añadida por los sociólogos Paul F. Lazarfeld y Robert K. Merton: “En la sociedad líquida del nuevo orden mundial contemporáneo, la tercera función mediática de Harold Lasswell, la transmisión de la herencia cultural, se sustituye por una sobreexplotación del entretenimiento emocional en el que la vieja cultura, ya desgastada e inservible, no se transmite en herencia, sino que se sustituye por nuevos ídolos en mitad de una guerra cultural contra la plebe”.
En esta lucha intelectual han emergido temas como las políticas de género, la crisis climática y la nueva pandemia y dejados atrás temas filosóficos, la verdad histórica o, incluso, la literatura. Es la educación universal que trabaja para que todos pensamos igual, el pensamiento único logrado a través del engaño como método de control y la mentira institucionalizada en el “neolenguaje” que hace que los ciudadanos olviden la verdad antigua y crean una verdad inventada, tal cual lo predijo G. Orwell en su novela “1984”.
Hoy identificamos en casi todos los países y gobernantes del mundo un mismo discurso masivo, sórdidamente, todos ellos portavoces y siervos del poder progresista y totalitarista de esa siniestra élite globalista. Nos están arrebatando la verdad, y con ello nuestra libertad, no sólo política, sino también mental y física.
Carolina es bueno tenerla de vuelta con sus análisis. No soy detractor de la pandemia, pero estoy seguro que son muchos los que están sacando provecho de eso. Es cómo ha sido siempre y como seguirá siendo, unos pocos lucran con el sufrimiento de muchos.
Es claro y evidente que hay plan maestro detras de todo esto, pero nuestro gobierno ha decidido seguir su juego cual peleles de las grandes corporaciones. YO NO ME VACUNO
Les recomiendo el libro de Klaus Schwab. «COVID-19: The Great Reset», fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial, y Thierry Malleret, fundador del Barómetro mensual.
Sí que es un complot. De ellos contra nosotros. Pero como van muy sueltos no solo no lo ocultan sino que nos lo restriegan por las narices mientras se carcajean
Los medios de comunicación son los nuevos partidos politicos
La sección de el Legado de Goebbels es tal cual, muy buen análisis. Saludos
Lecturas que no son para cualquier cerebro… Te hace salir de la fantasía de que vivimos en el mejor mundo posible según los medios
Esta señora es otra que no tiene pelos en la lengua.
No creo el Covid19 sea chino…Nadie sale a robar y deja una foto donde robó….No se si es creado o natural…Se que existe y mata…!!! Los muertos no vuelven…Lo demás comparto…Todas las supuestas «izquierdas» del mundo utilizan las mismas estrategias para enriquecer a los dictadores con cartel de Socialistas Demócratas…y en realidad son solo peones fascistas con variedades de camisetas… Zanganos servidores de una Élite mundial y atrás van todos los ratones al son de la flauta inclusiva… Solo un gran o grandes cataclismos planetarios pueden revertir esto que se desmadró…Y juntos reconstruir desde los pedazos…!
Una tercera guerra mundial Psicológica !! Una plandemia falsa . Utilizan para un mundo globalista. Pero tarde o temprano todo saldrá a la luz. No se saldrán con la suya. Buen sábado para todos.
Si bien la columnista tiene razón, resulta paradójico que ella misma forme parte de Cabildo Abierto, que es el principal partido pro-plandemia que hay en Uruguay, con el ministro Salinas a la cabeza de la narrativa oficial. Una lástima que Cabildo Abierto haya cagado así a sus votantes.
Voy a confiar en Carolina Radaelli cuando abiertamente mande a cagar a Cabildo Abierto, a Salinas, a Manini y a todos los que desde Cabildo Abierto sostuvieron la narrativa oficial.